Me
echas de menos. Lo sabes. Todos estos años que pensabas que me habías vencido,
que me habías desterrado de tu vida. Qué iluso fuiste. Iluso y osado. Había
veces que pensaste que me habías absorbido. Qué me habías convertido en una
parte de tu vida y que hasta podías permitirte el lujo de usarme a tu antojo y
beneficio. ¿Me equivoco? Pero la realidad era diferente. Tendiste la mano a
otra clase de personas. A otros sentimientos que poco a poco te fueron carcomiendo
por dentro. Esa clase de sentimientos a los que ni tú ni yo estamos hechos. Y
ahora... mírate. ¡Qué cosa más patética te has convertido! Intentas proteger a
gente que dices que te importa sabiendo que jamás podrás protegerlos a todos.
Qué no podrás ayudarlos. Qué llegará un momento que ellos mismo sean la causa
de su propia destrucción. ¿Y sabes que harás? Te echarás en cara no haber sido
mejor. No haber estado ahí para ellos cuando en verdad si estuviste. Te echarás
en cara no ser un dios.
Déjalos.
Déjalo. Esa faceta tuya de héroe no va contigo. Jamás podrás protegerlos a
todos. Jamás podrás aguantar que se te use a sabiendas de que eres usado. Sabes
que en el fondo, no va contigo. Y has superado tu límite varias veces desde que
me desterraste. En ese aspecto hasta estoy sorprendido de lo gilipollas que has
podido ser. Me decepcionas, cómo has decepcionado a tanta gente que ha tenido
el dudoso placer de conocerte. Pero aún así sigues ahí. Luchando a viento y
marea. Capeando el temporal malherido, sangrante, y sólo aún estando rodeado de
gente. Jamás encontrarás lo que buscas. Y a tu réplica actual. Jamás merecerá
la pena. Déjalo. Tanto tú cómo yo sabemos que tienes la sombra de un pasado que
se repetirá hasta acabar contigo. ¿Cuántas veces crees que podrás vencerlo?
¿Crees que puedes ganar una guerra de desgaste con el tiempo? ¿Acaso te has
vuelto tan necio? Déjalo. Me deseas. Y lo sabes. Sé que quieres lo que te
ofrezco. Sé cuál es tu precio y estoy dispuesto a superarlo. Pero ya sabes que
quiero a cambio. Y lo quiero sin condiciones. Ya conseguiste derrotarme en el
pasado y si vuelves a caer en mis brazos te lo pondré extremadamente difícil
para que los abandones otra vez. Olvídate, sé que hiciste cosas imposibles en
el pasado. Sé tus hazañas cómo si las hubiera hecho yo mismo pero es hora de
que te rindas. Qué pienses con la razón y dejes de sacar fuerzas de ese músculo
muerto que tienes tras tu caja torácica. No sirve. Es lo que nos hizo
conocernos. Y es hora de que dejes de impulsarte por algo roto.
Déjalo,
y volvamos a ser uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario