miércoles, mayo 15, 2019

Las tres palabras más extrañas



Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado. 

Cuando pronuncio la palabra Silencio, 
lo destruyo. 

Cuando pronuncio la palabra Nada, 
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia. 



"Las tres palabras más extrañas. Poemario de Wislawa Szymborska"

Mirada al pasado



            Quizá una de las cosas que más me cuesten sea mirar al pasado. Recordar las cosas que una vez se tuvieron y ya no, las personas que una vez te acompañaron en este odioso viaje que es la vida y con las que ya no puedes contar con ellos, los buenos momentos que se fueron o las heridas que te rasgaron una vez la piel. El cine, la radio, la literatura… hay tantas formas de evadirse y crear recuerdos que son efímeros. Pero tienen la capacidad asombrosa de poder volver a ellos una y otra vez. Ver como al final derrotan al malo, muere el padre del protagonista y empatizar con aquella chica solitaria a la que los demás niños le hacían burla que desconocía su potencial mágico.
            Por desgracia el ser humano, no puede si no rasgar esos momentos que una vez vivió. Llega a ser paradójico, ¿no? El tiempo y la memoria acaba torciendo las cosas. Lo bueno acaba resultando triste y doloroso; lo malo acaba siendo algo que llega a carecer de la importancia que una vez tuvo; lo doloroso llega a curarse y fortalecernos haciéndonos más duros para experiencias futuras; lo que una vez nos hizo felices hoy puede ser aquello capaz de desgarrarte el alma.
            Me cuesta mucho mirar al pasado puesto que no podemos (ni debemos) anclarnos a él. Quizá sea demasiado exigente conmigo mismo. Nunca me parece suficiente. A veces eso puede ser un problema ya que, en el momento, te cuesta disfrutar de ello. ¿Será esta fiesta lo suficientemente buena? ¿Lo estaré pasando lo suficientemente mal? ¿Debería ser esto más intenso de lo que es ahora? El mecanismo de la mente llega a ser fascinante en ocasiones. Somos tan destructivos que nos acabamos jodiendo nosotros mismos. Poco a poco, sin darnos cuenta. Lenta pero inexorablemente.
            A veces no nos damos cuenta de la dualidad de este mundo, de este plano de existencia. No hay luz sin oscuridad, no hay dolor sin placer. Al igual que nos destruimos también podemos ser nuestra propia cura. A veces me sorprendo leyendo cosas de mi yo pasado, recordando, viendo como en ocasiones tengo las palabras que necesito para salir de un bache o incluso como pueden expresar algo que siento, pero ya viví de una forma parecida en el pasado. Sé que no es la primera vez que arremeto contra la esperanza, pero debo de decir que está muy sobrevalorada. Nos genera unas expectativas tan estúpidas…
            Quizá por eso no hay que mirar al pasado, nos recuerdan cosas que jamás volverán. Los tipos como yo tampoco debemos mirar al futuro porque mucho de nosotros, ni si quiera lo tendremos. Lo más sabio es mirar al presente. Vivir el ahora sin preocuparse del futuro, sin las falsas expectativas de un pasado que nunca volverá. Luchando simplemente por sobrevivir. Día a día, buscando un sitio donde sobrevivir pueda llegar a ser hasta placentero.