La
verdad es que las cosas no son como eran antes. Para bien o para mal el mundo
cambia. Evoluciona dejando una estela de destrucción, caos y cambio a su paso.
Pero... ¿Es eso malo? ¿Es malo seguir evolucionando?
Mi
opinión es que depende. Quizá sea la respuesta más fácil de todas pero es la
verdad. Depende sobre todo si la evolución es controlada por nosotros, o nos
controla dicha evolución. Pongamos por ejemplo la sociedad actual. Necesito ser
optimista con la sociedad actual. Con las personas más jóvenes que yo que les
ha tocado vivir esta época tan incierta en la que vivimos. Pero la verdad es
que cuando veo a mi alrededor, es poco alentador lo que veo. Me parece ver que
una mayoría tiene sueños, ilusiones, esperanzas por mejorar sus vidas.
Soñadores atrapados por el cruel yugo que es la vida real. Es cierto que
también hay personas que no sueñan, ni creen en nada, ni tienen ilusiones más
allá del capitalismo más salvaje al que nos ha conducido la sociedad. Pero este
mensaje no va dirigido a aquellos borregos dóciles. Sino a ti, que estás
leyendo este mensaje y te sientes... y sientes. A secas. Que puedes sentir que
estás de acuerdo, que puedes sentirte de malhumor porque te acabo de insultar o
incluso a ti que estás confuso pues no sabes cómo sentirte. El mensaje va a
todas aquellas personas que son capaces de soñar. Que tienen metas que piensan
irreales en sus mentes y que no luchan cómo deberían por ellas. O directamente
que no luchan.
¿Qué
es el miedo? El miedo es aquello que nos hace fracasar. El miedo es la
prudencia hacia lo desconocido. Es esa vocecita aguda que nos pilla en nuestra
cabeza, no lo hagas, no te acerques, no. En general el miedo es lo que veo en
la mayoría de vosotros. Miedo al fracaso. Miedo al rechazo. Miedo a vivir, a
sentir, a dejarse llevar por las emociones, por sueños e ilusiones, por
esperanzas. El miedo es uno de los mayores males de nuestra vida. Es aquello
que nos impide arriesgarnos por las cosas o por las personas que queremos. Quizá
no esté de malo preguntarnos... ¿Cuántas cosas hubieran salido si no hubiéramos
tenido miedo? ¿Cuántas parejas ahora mismo tendrían una relación? ¿Cuántos
premios nobel se hubieran cambiado porque alguien venció el miedo a estudiar
aquello que quería pero que no se veía capaz? ¿Cuántas cosas que desconocemos
hubieran salido de la mente de personas ahora anónimas porque superaron el
miedo a hacerlas realidad? El mundo sería un lugar diferente si no hubiera un
miedo. La gente lucharía por lo que querría y en la mayoría de esos casos
saldrían ganando en la lid. Estoy convencido de ello.
Pero
no es el miedo el único de nuestros males. El egoísmo también lo es. No creo
que esté mal ser un poco egoístas en esta vida. Pensar por lo que queremos, y
luchar por ello sin importar las consecuencias. Eso está claro. Pero si está
mal hacerlo sin tener en cuenta a las personas de nuestro alrededor. Está mal
cuando pisas a alguien, lo humillas y lo hundes, para salirte con la tuya. La
competitividad es sana cuando se juega con las mismas condiciones, sin rencores
o tretas ocultas. Pero no suele ser así. Las mascaradas son hoy parte de
nuestro día a día. Vamos a un sitio, con un grupo de personas y ponemos una
faceta nuestra, inventada o no, pero son a pocas personas a las que se les
muestra el conjunto. Los trozos enteros de nuestras máscaras hasta formar el yo
que nos define. Y es que lectores, la sociedad actual es individualista a más
no poder. Un ejemplo de ello son las fechas de las fiestas. Sobre todo la
Navidad Cristiana. ¿Cuántas son las personas que vemos en esas fechas a las que
no hemos sido capaces de llamar, enviar un mensaje para preocuparnos por ellos
durante todo el año? ¿De verdad alguien va a creer que nos importan? ¿Qué les
importamos una mierda? Y es que el individualismo egoísta de la sociedad es más
visible en esos momentos, cuando por compromiso, quedas con alguien al que no
quieres ver el resto del año. No hay que ayudar esperando algo a cambio, ni hay
que hacer las cosas por esperar una recompensa. Debemos evitar hacer algo por
la comunidad con el pretexto que la comunidad no hace nada por nosotros.
Tampoco cuesta nada enviar un mensaje a esa persona que echas de menos de vez
en cuando. Qué no tengas miedo de preocuparte por viejas amistades a las que el
tiempo y la distancia jubilaron.
Pero
quizá nos hemos topado con otro de los pilares fundamentales del mal de nuestra
sociedad: la sinceridad. Muchas personas hacen las cosas a regañadientes, con
mala cara solo por el qué dirán. Porque están obligados a convivir con otras
personas con las que no maridan, porque no se atreven a decir que no, a mandar
a la mierda a aquellos seres humanos que son molestos. ¿Por qué cuesta tanto
decir que no quieres hacer algo? ¿Por qué va a estar mal visto decir o expresar
lo que se piensa? Si no soportas a alguien ¿Por qué esta mal decir, no me caes
bien? Es otro de los fallos fundamentales de la sociedad, no ser sinceros.
Sería todo tan sencillo si la gente fuera con la verdad por delante. Pienso que
nuestras vidas mejorarían enormemente. Sabríamos que regalar en cumpleaños y
fiestas. Evitaríamos perder el tiempo viendo películas que sabemos de antemano
que no nos gustaran solo por ir a acompañado por personas con gustos diferentes
a ti. Y podría seguir enumerando cosas que se mejorarían con la sinceridad. No
digo todo esto porque tema la mentira, todo lo contrario. Por si aún no te has
dado cuenta, querido lector, soy un escritor. Y cómo la mayoría de escritores
fundamentamos nuestras historias en cosas que no son verdad, o cuya verdad está
a medias. Creamos cosas de la nada, inventamos, damos vida, la arrebatamos,
hacemos sufrir a personas por placer. Pero nos gusta. No tenemos que pedir
perdón porque todo a lo que dañamos, todo lo creado, todo lo que estás leyendo
ahora mismo, es una gran mentira. No obstante, la sinceridad es clave para
mejorar la relación entre las personas. Las mentiras están bien, no duelen,
muchas veces son invisibles a nuestros ojos pero no puedes actuar contra algo
que no existe. Muchas verdades duelen, hacen daño, nos hacen tambalear los
pilares de nuestro mundo interior haciendo peligrar gravemente nuestras vidas.
Pero son reales, y aún no ha nacido problema que no podamos solucionar.
Por
este tipo de cosas digo que la evolución depende. ¿Quieres seguir evolucionando
sin ser consciente de todo lo que pasa a tu alrededor, engañándote con
mentiras, atemorizado por el miedo a soñar, absorbido por uno mundo social que
solo te usará para mantener vivo un sistema? Adelante, eres libre de hacerlo. Yo
por el contrario, sigo chapado a la antigua. Evoluciono a un ritmo diferente,
anticuado, dónde los sueños van de la mano de mis acciones. Donde miro antes
por los seres que quiero antes que por mí mismo. Una forma de evolución en la
que digo lo que pienso sin esperar un comentario de aprobación, una palmadita
en la espalda o el incentivo de una retribución económica.