Era un día cualquiera en la vida del cereal
transgénico criado en la cara oculta de Marte. Dónde los marcianos correteaban
entre los cultivos, desnudos, verdes y hermosos. Los animales mataban
salvajemente y el cereal crecía sin tener en cuenta las cosas que ocurrían en
él.
Trix-32R
era lo que se podría llamar en la tierra simple y vulgar trigo. Pero en la cara
oculta del plante rojo no todo es tan vulgar como en la tierra. El Trix-32R
junto con sus hermanos transgénico Trix-33R y las porciones Trix-34R y Trix 34T
habían hecho estragos en los ricos nitratos del suelo de Marte, cogiendo así diversas
cualidades un tanto insólitas. Por ejemplo el Trix-33R cuando veía alguna de
las lunas que orbitaban en Saturno comenzaba a cantarles baladas de amor. Los
Trix-34 hacían partidas de poker clandestino, desnudando en ocasiones, a los
incautos que se atrevían a apostarse algo con un cereal. Por todas estas cosas,
y por las que hemos decidido omitir, los encargados de la plantación decidieron
que había llegado la hora de recoger los frutos. Los cereales, claro está,
tenían una opinión muy diferente al respecto. Opusieron una feroz resistencia.
El primero en caer fue Trix-33R. A causa de su extraño gusto por las lunas de
Santurno, en mitad de una pelea con los agricultores no pudo evitar recitar
unos versos a Helena y Dione, que brillaban esa noche en el cielo del planeta
rojo. Los Trix-34 mataron a unos cuantos, sobornaron a otros con lo que habían
sacado de las partidas de poker, antes de que les llegara su turno. Y así,
todos y cada uno de los Trix fueron ejecutados y elaborados en ricos y
nutritivos cereales de desayuno.
La
historia que contamos a continuación es la historia de uno de estos Trix,
convertido y envasado en cereal de desayuno, el cual desarrolló conciencia
propia dentro de su caja. La cual... por circunstancias y errores marcianos...
fue a parar a un pequeño supermercado de una localidad española. El Trix en
cuestión era el llamado Trix-32R, cuya habilidad adquirida durante su fase de
cultivo fue el teletransporte. Pero volvemos al supermercado de origen alemán
dónde una mañana cualquiera una chica pequeña y su madre compraban
despreocupadamente la comida del mes. Moratoria de ojos azules como el mar y
cabellos claros cual brillo solar, tiraba despreocupada de su madre Anabel
echando en el carro todo lo que veía interesante: Galletas cubiertas de
chocolate, aquel cacao del conejo psicópata, la leche de aquella vaca con la
sonrisa extremadamente amplia y cómo no amigos míos... la caja donde ahora
residía Trix-32R. Por supuesto Trix era lo suficientemente inteligente como
para no dar señales visibles de su inteligencia superior. Se hizo pasar por
comida de aquellos alienígenas terrícolas. Le manosearon, agitaron, y le
metieron en un cajón oscuro con otros alimentos inferiores. En definitiva, le
humillaron más de lo que le habían hecho aquella gente que mataron a sus
hermanos 33 y los gemelos 34. Y eso lo pagarían.
Espero
paciente hasta que no percibió actividad humana relevante. Y entonces, empezó
su operación. Salió de aquel antro muerto que llamaban cajón y se dirigió
rápido al salón. Dónde Adolfo, la cabeza familiar, dormía mientras en la
televisión echaban un combate de boxeo. Trix-32R abrió su caja y dejó escapar
sus ricos y jugosos copos introduciéndolos despacio en los labios grasientos de
Adolfo. Notó, como se los comía, como parte de él empezaba a formar parte de la
de aquel humano. Consiguió colarse en su riego sanguíneo y... cambiar sus
recuerdos. Pero algo no salió como el Trix esperaba. Anabel entró al salón, con
un camisón de dormir y ahogó un grito al verle colarse en el sistema nervioso
de su marido. Trix-32R resonó como lo haría una puerta oxidada ante una ráfaga
de viento, destruyendo su envoltorio y neutralizando la amenaza improvisada.
Moratoria
se despertó a la mañana siguiente y saludo alegre a sus padres, que estaban
desayunando tranquilamente en la mesita redonda del salón. La pequeña buscó los
cereales una vez tuvo hecho su bol con leche pero no los encontró.
-Mamá, ¿Dónde están los cereales?
-¿Qué cereales cielo?
-Los que compramos ayer
-Ayer no compramos cereales cariño
-Pero si yo...
-No cielo, no te equivoques, ayer no
compramos cereales.
Un
brillo de inteligencia maligna ajena paso fugaz por los ojos de la madre antes de
seguir desayunando tranquilamente.