Parece
que la noticia ha conmocionado al país está en boca de todos. Un niño cae por
un pozo y se trabaja a contra reloj para sacarlo de allí. Se moviliza la gente,
los informativos se llenan de mensajes de esperanza y motivación, se reúnen los
recursos necesarios para hacer lo máximo posible para sacarlo de ahí. Esto
sería envidiable y un acto que me conmocionaría, pero… ¿Qué pasó con el sentido
común? Intentemos dejar un poco de lado a los sentimientos, que a veces nublan
el juicio y pensemos. Cualquier persona que se caiga al vacío 71 metros hacia
abajo… ¿apostarías porque sigue con vida? Si somos físicos de teoría cuántica
tal vez podamos llegar a decir, que no sabemos si está vivo, muerto,
vivo-muerto o muerto-vivo, pero cualquier persona con un poco de sentido común
sabría que la caída le habría tratado de la misma forma como trata a cualquiera
que se precipite desde esa altura. ¿Por qué fomentar la esperanza? ¿Por qué
buscar un milagro que no va a suceder? ¿Acaso es la fe la única que mueve
montañas?
Para
más inri, pasan los días. Y como es normal, no se consigue excavar semejante
cantidad de terreno. ¿Una persona adulta cuanto puede sobrevivir sin agua, ni
comida, herida y con apenas oxígeno? Creo que la cifra que nos viene a todos a
la cabeza, aunque sea diferente, no llega a los 15 días. Por lo que… ¿Era
necesario seguir alimentando una mentira que hará más daño que enfrentarse a la
realidad? No quiero decir que no se trabaje para recuperar los restos de la
pobre criatura, pero creo que la presión y las expectativas a las que se han
visto sometidas esa gente han sido completamente injustificadas. Creo que los
héroes en la vida real no llevan capa. En este caso se ha visto que suelen ser
profesionales, a los cuales se les quiere despedir, mal pagados y poco
agradecidos. En mi caso, considero que también se les puede dar ese apelativo a
la mayoría de personas que dedican su vida a los demás. Los médicos que pasan
gran parte de sus vidas encerrados en una estructura cerrada ayudando a los
demás, personas que renuncian a su propia seguridad o tiempo libre para
dedicárselo a personas que quizá intenten hacerles daño, o incluso aquellas
personas que dan un consejo a alguien en un mal momento y eso les ayuda a
seguir adelante. Personas que de forma desinteresada, por lo general, deciden
hacer algo por los demás. ¿Es necesario cargarles la responsabilidad de hacer
magia? ¿De llevar a cabo el milagro que han fomentado de manera estúpida? Yo
creo que no, y es algo que además me parece cruel. Forzar a otra persona que
trabaja por ti, a asumir gran parte de la decepción que no has sido capaz de
afrontar por ti mismo. Una puta vergüenza.
Y es
que vivimos en una sociedad tan hipócrita que muchas veces me da asco.
Preferimos gastarnos miles de euros en desenterrar un muerto que en salvar y
ayudar a los vivos. ¿Por qué Julen conmueve más que Aylan? Ambos niños, ambos
muertos, ambos de edades similares… O, no nos acordamos de quien era Aylan
Kurdi, ¿verdad? El niño sirio que murió en las playas de Turquía huyendo de la guerra.
¿Qué problema hay? Porque no nacimos en el mismo país, porque no hemos vivido
sus circunstancias, porque no los conocemos, ¿vamos a darle la espalda a la
gente que lo necesita? Cerramos nuestras fronteras por miedo a los vivos, vemos
morir a la gente ahogada mientras tomamos el sol pero luego lloramos porque
hemos encontrado muerto a un niño que se cayó más de 70 metros hacia abajo.
Somos unos racistas. Unos racistas selectivos, porque no queremos la pobreza.
Miramos para otro lado cuando hay algo mal en vez de plantarle cara e intentar
solucionarlo. No nos gusta que vengan los pobres inmigrantes que huyen de un
país en ruinas y en guerra, pero sí que nos gusta que vengan los ricos
inmigrantes a comprarnos recursos, hacer empresas o incluso a estafarnos.
Porque vamos a abuchear aquel que se rasga la piel por huir de la muerte, pero
pedimos autógrafos a los que salen del juzgado vestidos de Channel por habernos
estado robando.
Puedo
comprender la hipocresía de toda esta gente aunque no la comparta. El miedo a
lo desconocido siempre ha sido una de las mayores fobias del ser humano.
Estamos programados para desconfiar y buscar nuestra única supervivencia.
Entiendo que haya individuos que no sean capaces de evolucionar y mejorarse a
sí mismos. Pero... ¿qué hay de toda esa gente que se supone que son “de los
nuestros” y no hacemos nada para ayudarlos? ¿Son apestados que no merecen un
poco de fe? Gente pobre que muere de frío en las calles en las que vamos a
trabajar, personas que mueren asesinadas por personas que prometieron
protegerlas, en la salud y en la enfermedad. ¿Por qué no usamos esa misma fe y
solidaridad para cambiar su situación? Son personas, están vivas, ¿acaso
tenemos que esperar a que mueran para darnos cuenta de lo que podríamos haber
hecho? ¿Vamos a cargar también las muertes de esas personas a alguien o seremos
un poco autocríticos con nosotros mismos?
Porque
no se necesita la fe ni un dios inexistente para que muevan montañas. Lo hemos
podido ver. Es ser humano, con sus manos, con sus actos cotidianos y con
pequeños gestos los que son capaces de mover montañas. No va a llover maná del
cielo, no se van a abrir las aguas ni se aparecerá ante nuestros ojos la
solución ardiente a nuestros problemas. Algo tan sencillo como ser honestos con
nosotros mismos y dejar aparcada la hipocresía en un lado alejado. Votar a
favor de mejorar la situación de los desfavorecidos y no ir en contra de ellos.
Admitir que hay gente que necesita privilegios y no pecar de envidia al querer
revocar sus necesidades. Son pequeños pasos para conseguir que el mundo sea un
lugar mejor sin que la esperanza o la ilusión sean lo raro o extraordinario.
Porque los héroes no llevan capa y todo el mundo puede acabar convirtiéndose en
uno.