viernes, junio 07, 2013

Una historia de violencia

Y no querido lector, no es que me haya vuelto loco y me ponga a plagiar películas o hacer comentarios críticos sobre estas, si no que me ha parecido oportuno titular así esta entrada de opinión. 
                Lo que parece un título de coña, es en verdad la conclusión de una reflexión profunda acerca del panorama de nuestra sociedad actual. Pensarlo fríamente. En nuestra sociedad actual, la violencia, la brutalidad, el caos y el impacto visual están a la orden del día. No solo en películas de acción, donde se promueve este tipo de comportamientos sino en nuestro día a día, con cosas cotidianas como los telediarios. Cada vez imágenes de violencia innecesaria golpean nuestra retina sin piedad, manteniéndonos al corriente de la crueldad de la guerra, el drama de la violencia doméstica o simplemente el procedimiento quirúrgico seguido en ciertos quirófanos punteros de nuestro país. Y nosotros estamos tan acostumbrado a este tipo de violencia, que ni se nos quita el apetito. Seguimos comiendo tan campantes nuestros almuerzos, aperitivos o cenas. Sin apenas pestañear de ese torrente de imágenes que nos golpean.
                Pero hay amigo, la cosa cambia cuando hablamos de otras cosas más naturales de la vida, como las muestras de afecto en todos sus sentidos. Y no me refiero solo a la vertiente pornográfica de todo esto. Todos sabemos que es tabú en nuestra sociedad las muestras públicas de afecto. Ya sea por concepciones ideológicas de cualquier tipo, o simplemente porque nos molesta ver felices a nuestros semejantes. Sí, no me lean así. Porque es cierto. Cuántas veces, por suerte hasta hace poco tiempo, si iban caminando y dos hombres se besaban se escuchaba algún comentario despectivo. O si se enteraba de que algún conocido de un físico no muy envidiable se echaba a una pareja atractiva, se hacía algún comentario jocoso de desaprobación. Por el contrario, pocas personas se escandalizarían de la misma forma si dos borrachos comienzas a darse mamporros a la salida de un bar, o si algún familiar le enseñaba las fotos de la caza que realizó el fin de semana.

                Espero que con esto, haya hecho reflexionar a algún que otro lector, pues como reflexión final me atrevo a preguntar en voz alta. ¿Y qué es más natural, la violencia o el amor?