viernes, abril 02, 2021

Pandemia de Sociedad

 

 

            Hemos pasado y vivido situaciones extraordinarias en los últimos años. Ya no extraordinarias de magnificas, sino en el significado más puro de la palabra. De ser algo inaudito para todos nosotros. Las crisis económicas… bueno, iba a decir que van y vienen, pero cuando estas en constante crisis acaba siendo, normalidad.

            Y ya no solo crisis a nivel económico, si no a un nivel moral, existencial, emocional e incluso, como sociedad. Con esto de enfrentarnos a una pandemia mundial, muchos se pensaban que aflorarían los instintos más puros del ser humano: bondad, solidaridad, ecuanimidad… pero nada más lejos de la realidad. Somos una sociedad que hemos pasado de dar palmas en apoyo de la gente que lucha contra una sociedad, a aplaudir el discurso de populismos malsanos que solo buscan el enfrentamiento en la sociedad. Y es que, querido lector, aunque queramos negar este hecho, como diría aquel filosofo inglés, el hombre es lobo para el hombre.

            Una frase que como siempre, deja mal parada a la bestia animal. Qué en ningún momento mata indiscriminadamente a los de su género por dinero, ni que maltrata a aquel miembro de su manada al que le juró su amor. Tampoco abandona a los miembros más débiles en residencias para dejarlos morir; los individuos más fuertes de la especie lupina se colocan al principio y al final, para poder guiar mejor a los suyos. Lo cual es hasta gracioso y nos hace pensar, ¿por qué no somos capaces de enfrentarnos a nosotros mismos?

            La sociedad ha tenido, por no decir que está teniendo, en su conjunto, una prueba excelente para demostrar su voluntad de prosperar. Para pensar en el colectivo y no en la individualidad. Como individuos hemos tenido una época para estar con nosotros mismos. Un confinamiento duro y estricto donde poder meditar y conocernos mejor, poder llegar a sacar lo mejor de uno mismo y hacer frente a nuestros demonios internos. ¿Cuánta gente ha aprovechado realmente este tiempo? Un tiempo que, si nos paramos a pensar, ha sido… regalado. Ya no solo por todos los beneficios ecológicos que hayamos podido hacer al medioambiente, si no en nuestro modo de vida. Trabajamos por dinero. Invertimos nuestro tiempo para conseguirlo y cuando lo conseguimos, pagamos por ahorrarnos tiempo y lo invertimos en él. ¿Qué ha podido pasar para que no se vea como algo bueno ese parón? Puede que el capitalismo y la sociedad, tan apegado a algo tan inmaterial como necesario que es el dinero en nuestras vidas, no haya podido ver más allá.

            Pero como sociedad tampoco hemos dado un avance fuerte por mejorar nuestras condiciones. La gente es más pobre, en todos los aspectos. Tiene menos derechos y se mercadea con la salud y el bienestar como si de un producto baladí fuera. Mucho aplaudir, mucho decirnos que de esta saldremos más fuertes, pero en cuanto hemos podido nos hemos lanzado al cuello de nuestros semejantes para poder vivir más cómodamente. Y es que solo hay que ver los abusos que hay, si uno es capaz de no cerrar los ojos. Por ejemplo, en el reparto de vacunas. Una pandemia mundial, que, de forma egoísta, nos interesa controlar en todo el mundo, independientemente de su nivel económico, no estamos sabiendo hacerlo bien. Primero, los ricos, y aunque pudiera parecer que entre los países ricos se prioriza a las personas más vulnerables, si tienes el suficiente poder, dinero o influencia, puedes saltar por encima de quien haga falta. ¿Es esto la nueva normalidad de la que han estado tanto hablando, o simplemente es un reflejo de lo que ya había en la sociedad?

            Ricos haciéndose más ricos, los pobres siendo más pobres. Parece la misma mierda de siempre, solo que ahora no tiene que ocultarse con corruptelas, o campañas de desinformación. Ahora está justificado. Ahora que ha encontrado una buena excusa para salir a sacar pecho, no hay vergüenza y al parecer tampoco consecuencia. Ahora, nos justificamos las injusticias de muchas formas, nuestros malos actos por un malestar que parece ajeno a todos los demás.

            Y esto, ¿hacia donde nos llevará? ¿Estamos viviendo el colapso de nuestra civilización o simplemente es que la verdadera pandemia es nuestra sociedad? No lo sé, y si te soy sincero, querido lector, prefiero no pensar en ello. Viendo que la sociedad en su conjunto es un ente inútil, que el ser humano cada vez me repugna más, solo puedo apelar a la responsabilidad individual. Algo que debería ser lógico pero hay que agradecer en estos tiempos que corren. Yo, por mi parte, seguiré luchando por un mundo que me parezca más justo, por ser la mejor versión de mi mismo. Porque, al final, se educa con el ejemplo, y de poco sirve decir las cosas si no van acompañadas de actos que lo demuestren.