lunes, octubre 05, 2015

El vuelo suspendido




            Hace unos días tuve un sueño que nada más soñarlo dije “quizá pueda servir”. Y hoy me animé a ponerlo para seguir avanzando en la sección de “El legado de Morfeo”. La idea, como ya dije en mi anterior entrada, era hablar un poco del mundo de los sueños e iniciar un poco en este campo que parece tan surrealista. Pero expresar cosas abstractas y poner ejemplos es más difícil de lo que pensé en un principio. Tampoco es que nadie se haya animado a comentar sus sueños e interpretaciones así que he decidido empezar yo por un sueño que sí que creo que es fácil y sencillo de analizar. También el tiempo de los sueños es importante, en mi caso, no puedo poner cualquier sueño porque a veces al transcribirlos me ocupan entre dos y diez folios. Y eso haría las entradas del blog demasiado largas y poco apetecibles de leer. Ya si tenemos en cuenta que lo que suele pasar en los sueños no suele ser lógico, normal, tener un hilo conductor normal… en definitiva, los sueños no suelen ser demasiado narrativo.
            Por lo que a continuación os voy a escribir el sueño de la forma que pasó con la mejor prosa posible, sin perder esencia onírica ni ser un quebradero de cabeza narrativo. El sueño además es cortito y no tiene mucha dificultad de comprensión:
  Volaba. Volaba en la inmensidad del vacío. En la oscuridad, suspendido en el aire, libre. Volaba. Avanzando a ninguna parte, sin ver, sin sentir, sin ser y sin darme cuenta de esto. Pronto comencé a preguntarme estas cuestiones y más. La primera fue porqué volaba, hacia donde, si volaba en alguna dirección porqué siempre estaba oscuro. Y fue entonces cuando comencé a verlo todo con claridad. No volaba realmente, estaba suspendido debajo de una fuente que emanaba un oscuro resplandor. No avanzaba porque algo le impedía salir por cualquier dirección. No era libre, pues realmente estaba atrapado en aquella prisión invisible, oscura, suspendido en el aire, sin apenas poder moverse. Fue entonces cuando entendí que de poco servía comprender quien era o a dónde quería ir. De poco serviría responder el resto de cuestiones pues al final, sería, haría y se determinaría por lo que me habían condenado a ser, sentir y hacer.
            Un sueño corto, entendible y profundo, que guarda muchos significados ocultos. El tema del avanzar hacia ningún lugar, empujado quizá por la inercia nos habla de una sensación de incertidumbre, como cuando estas a oscuras y buscas la luz a tientas. Personalmente analizaría el tema de la prisión de aire, con el vuelo suspendido y la sensación de bienestar en conjunto, con esa sensación del estado de bienestar que nos hacen creernos a muchos jóvenes. El estar estudiando carreras, master, cursos extraordinarios, aprendiendo idiomas, pensando que estás avanzando y consiguiendo tus objetivos cuando en verdad estás tan atascado como cuando tenías 16 años y pensabas que te comías el mundo. Pasa una década y sigues igual, en casa de tus padres, buscando un trabajo que no llega mientras estudias cosas que no te motivan para hacer curriculum. Quizá esto último se mezcla un poco con mi opinión personal de la situación actual española pero no creo ir demasiado desencaminado. ¿Quién no tiene la sensación de estar atascados porque una fuerza mayor poderosa nos impide avanzar? ¿No se siente uno impotente cuando te das cuenta que realmente no tienes nada?
            Por suerte, es sólo un sueño y tanto en los sueños como en la vida real, todas las barreras se pueden saltar, todos los grilletes romperse. En la vida real al menos no podemos saber quiénes somos, escoger hacia dónde ir aunque esas opciones estén limitadas a la necesidad.

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