Hace unos días tuve un sueño que nada más soñarlo dije “quizá
pueda servir”. Y hoy me animé a ponerlo para seguir avanzando en la sección de “El
legado de Morfeo”. La idea, como ya dije en mi anterior entrada, era hablar un
poco del mundo de los sueños e iniciar un poco en este campo que parece tan surrealista.
Pero expresar cosas abstractas y poner ejemplos es más difícil de lo que pensé
en un principio. Tampoco es que nadie se haya animado a comentar sus sueños e
interpretaciones así que he decidido empezar yo por un sueño que sí que creo
que es fácil y sencillo de analizar. También el tiempo de los sueños es
importante, en mi caso, no puedo poner cualquier sueño porque a veces al
transcribirlos me ocupan entre dos y diez folios. Y eso haría las entradas del
blog demasiado largas y poco apetecibles de leer. Ya si tenemos en cuenta que
lo que suele pasar en los sueños no suele ser lógico, normal, tener un hilo
conductor normal… en definitiva, los sueños no suelen ser demasiado narrativo.
Por lo que a continuación os voy a escribir el sueño de
la forma que pasó con la mejor prosa posible, sin perder esencia onírica ni ser
un quebradero de cabeza narrativo. El sueño además es cortito y no tiene mucha
dificultad de comprensión:
Volaba. Volaba en la inmensidad del vacío. En
la oscuridad, suspendido en el aire, libre. Volaba. Avanzando a ninguna parte,
sin ver, sin sentir, sin ser y sin darme cuenta de esto. Pronto comencé a
preguntarme estas cuestiones y más. La primera fue porqué volaba, hacia donde,
si volaba en alguna dirección porqué siempre estaba oscuro. Y fue entonces
cuando comencé a verlo todo con claridad. No volaba realmente, estaba
suspendido debajo de una fuente que emanaba un oscuro resplandor. No avanzaba
porque algo le impedía salir por cualquier dirección. No era libre, pues
realmente estaba atrapado en aquella prisión invisible, oscura, suspendido en
el aire, sin apenas poder moverse. Fue entonces cuando entendí que de poco
servía comprender quien era o a dónde quería ir. De poco serviría responder el
resto de cuestiones pues al final, sería, haría y se determinaría por lo que me
habían condenado a ser, sentir y hacer.
Un sueño corto, entendible y profundo, que guarda muchos
significados ocultos. El tema del avanzar hacia ningún lugar, empujado quizá por
la inercia nos habla de una sensación de incertidumbre, como cuando estas a
oscuras y buscas la luz a tientas. Personalmente analizaría el tema de la
prisión de aire, con el vuelo suspendido y la sensación de bienestar en
conjunto, con esa sensación del estado de bienestar que nos hacen creernos a
muchos jóvenes. El estar estudiando carreras, master, cursos extraordinarios,
aprendiendo idiomas, pensando que estás avanzando y consiguiendo tus objetivos
cuando en verdad estás tan atascado como cuando tenías 16 años y pensabas que
te comías el mundo. Pasa una década y sigues igual, en casa de tus padres,
buscando un trabajo que no llega mientras estudias cosas que no te motivan para
hacer curriculum. Quizá esto último se mezcla un poco con mi opinión personal
de la situación actual española pero no creo ir demasiado desencaminado. ¿Quién
no tiene la sensación de estar atascados porque una fuerza mayor poderosa nos
impide avanzar? ¿No se siente uno impotente cuando te das cuenta que realmente
no tienes nada?
Por suerte, es sólo un sueño y tanto en los sueños como
en la vida real, todas las barreras se pueden saltar, todos los grilletes
romperse. En la vida real al menos no podemos saber quiénes somos, escoger
hacia dónde ir aunque esas opciones estén limitadas a la necesidad.
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