Vivimos en un tiempo
donde parece que el sentido común ha desaparecido del imaginario colectivo y
estamos atrapados en el sinsentido de la sociedad. Dónde lo lógico, parece algo
mágico y elogiable. Donde la moral, muchas veces maleada y retorcida para
beneficios individuales parece que ha tomado otros caminos muy diferentes; al
menos a los míos.
Y es que desde hace un tiempo muchas personas me
preguntan, ¿y tú que buscas? Una pregunta muy amplia pero que va sobre todo
enfocada a un ámbito concreto, el amoroso. Porque está claro que somos seres
dinámicos, expuestos al caos de nuestras vidas y a un mundo que no se para por
nadie. Ahora mismo mis necesidades y ambiciones son diferentes a las de hace un
tiempo indeterminado, sea este una década a una hora. Por ejemplo, mientras
escribo esto tengo hambre y probablemente cuando leas estas líneas ya la habré
saciado. No obstante, no hay que equivocar esto con el no conocerse a sí
mismos. Creo que la principal búsqueda que todo ser humano debería hacerse es
en su interior, y encontrarse a sí mismo, saber cuáles son sus límites y
definir su moral evitaría muchos de los males de una sociedad tan ajetreada y
ensimismada que es incapaz de pensar por sí sola. Pero esta última reflexión da
para otra disertación y no quiero irme por las ramas.
Al final, la vida es una guerra. Una guerra constante y
sin fin donde el único objetivo es sobrevivir. Y en los momentos de tregua y
tranquilidad, buscar un momento de paz en el que podamos ser felices. Incluso
en la lucha, se puede ser feliz. Pero eso poca gente lo comprende. Así que, si
me preguntan qué quiero a mi lado, quiero que me acompañe una guerrera. Una
amazona que a pesar del miedo siga combatiendo, a pesar del dolor, se mantenga
en píe, que no necesite de nada más que su coraje para mantenerse en la lucha.
Me cansé de princesas que necesitan ser rescatadas, cuyo egoísmo no les deja
ver nada que se aleje un poco más allá de su torre de cristal. Yo soy más un
dragón que vuela libre, y si alguien quiere seguir mi estela, tendrá que
aprender a volar, libre, a mi lado. Me cansé de niñas que necesitan una figura
paterna la cual admirar y fijarse, que le solucione todos los problemas y donde
tengan una casa de muñecas donde refugiarse. Si construyo una casa será para
llamarla hogar, no para que ninguna cría la destruya una vez que se canse de
jugar en él. Quiero una compañera de batallas, una luchadora nata que a pesar
del miedo apueste por mí, y por un futuro mejor, que sepa que puede contar
conmigo si necesita ayuda para ganar la guerra. Sé que hay gente que prefiere
una cabeza hueca, un florero donde depositar aquello con lo que piensan, que
tengan caliente el hogar y no se cuestione las cosas, pero a mí eso me aburre.
Necesito una mujer con una galaxia en la cabeza, para poder perderme en cada
uno de sus planetas cuando sienta la monotonía del día a día.
Y sí, esto es una guerra. Jamás pediré a nadie que se
quede o que luche mi guerra por mí. No suplicaré algo que no se me quiere dar.
Como diría el Principito: “Solo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede
dar”. No voy a exigir a nadie que me dé un cariño y comprensión que no le sale
de dentro dar. No voy a pedir a nadie que apueste por mí, si no tienen claro
que con esa apuesta saldrán ganando. No voy a obligar a nadie a quedarse,
cuando su primera reacción fue acabar huyendo. Me encanta ver a los pájaros
volar. No seré yo quien le corte jamás unas alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario