Patético
mortal. Otra vez tu arrogancia vuelve a traerte a mí. ¿Cuándo dejarás de creer
en los de tu raza? Sí, sabes que sí. Te incluyo dentro del paquete. ¿Te crees
mejor? ¿Especial? ¿Qué has hecho para merecértelo? No... Hace tiempo que me
rechazaste. ¿Recuerdas? Pensabas que podrías hacer frente tu solo. Pensabas que
podrías beber de mí, que podrías aprender de mi forma de ser. Pero no es así.
Cada vez vienes más apaleado, más hundido. ¿Sabes que estás al límite de que no
me intereses? Sí, no pongas esa cara de circunstancia. Antes eras fuerte,
decidido. Tenías cualidades que me interesaban a pesar de tus múltiples
defectos. Pero en cambio ahora... ¿Qué tenemos aquí? ¿Un montón de trozos
rotos? ¿Carne que apenas puede caminar sin dolor? ¿Una conciencia demasiado
atormentada? Por favor, me decepcionas. Hasta yo tengo mi límite. Y estás muy
cerca de alcanzarlo. Quizá por eso estés aquí, a las puertas de lo que fue mi
tumba, esperando que regrese para salvarte. Patético y estúpido mortal.
Intentaste matarme. Me venciste y me enterraste en lo más profundo de tu
conciencia creyendo que podrías nutrirte de mí. Qué me podrías usar a tu
antojo. Cuán errado estabas en tus pensamientos. Me das lástima. Me das pena.
¿Dónde está aquella persona que me derrotó? ¿Dónde está mi némesis, el ejecutor
de mi condena? Te lo diré por si lo dudas: Roto. Está roto, atrapado en los
añicos dispersos de un alma condenada. Perdido en un mar de oscuridad del que
hace tiempo que perdió el norte. ¿Y sabes que te digo? ¡Qué me encanta!
Jajajaja. ¿Pensabas que me iba a apenar de tu sufrimiento? ¿Pensabas que te iba
a ayudar en tu dolor? No viejo amigo, no. Ambos nos conocemos. Y sabemos que si
esto sigue así, la batalla se tornará a mi favor. ¡Sigue nutriéndote de
oscuridad! Sigue tu dieta equilibrada de penas, agonías, problemas y sueños
rotos. Sigue. Cuando te quieras dar cuenta estarás ahogado en el mar de lo más
oscuro de tu ser, bebiendo todas esas cosas negativas que has acumulado.
¿Piensas que sobrevivirás a este año? Jajajaja, bobo iluso. Tragarás ponzoña
hasta que mueras. ¿Y sabes que pasará entonces? No te necesitaré para regresar
a la vida. Cuando mueras YO ocuparé tu reinado. Y créeme. No tendré piedad.
Dirigiré tu vida como hace tiempo debiste encararla: con crueldad, con odio, apoyándote
en la venganza. Todos esos sentimientos que evitas, son los que te dan poder.
Los que te harán más fuerte. ¿Acaso no querías aprender de mí? No tuerzas el
gesto, ¡no apartes la mirada! Y aprende. Aprende de una puta vez. Deja de
pensar en cuentos de hadas, en la religión de los necios donde el esfuerzo, el
amor o la amistad pueden salvar a un alma condenada como la tuya. Aprende que
sin mí tú no eres nada. ¿Sigues pensando que puedes cambiar tu destino? ¿Crees
que puedes evitar tu caída mucho más tiempo? Adelante, prueba otra vez. Pues no
te doy ni 24 meses para que los pocos trozos salvables de ti acaben siendo
pisoteados y destruidos. Y entonces estaré yo ahí, para aprovecharme de la
carroña. Ahí estaré yo para transformar en gélido y mortífero cristal lo que
una vez fue el reflejo del vidrio brillante de las historias para niños que
leías de los humanos. Pero olvidaste una cosa con los años. Los cuentos,
cuentos son. No eres un héroe, no ayudas a nadie. No puedes salvarlos a todos.
De hecho, ni si quiera serás capaz de salvarte de ti mismo. Muajajajaja. Hasta
la vista... perdedor.
viernes, octubre 24, 2014
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