jueves, noviembre 28, 2013

El discurso

            ­—Dicen que la locura es un estado de privación de la razón, dónde se te nubla el juicio y eres incapaz de pensar con claridad pero… ¿Acaso no puede ser un nuevo enfoque? ¿No se ha llamado locos a todos aquellos inventores y visionarios que una vez apostaron por sus ideas? Genios, visionarios, gente con opiniones distintas a lo socialmente establecido en ese momento que se permitió el lujo de ir contra corriente. ¿Y acaso alguno de ellos pudo decir que no mereció la pena? Sócrates, Maquiavelo, Voltaire, los hermanos Lumière, Einstein o Ramón y Cajal fueron unos de tantos genios que aportaron algo a nuestro tiempo, pero que no siempre fueron bien vistos por sus contemporáneos. ¿Y acaso contemplamos el mundo sin sus avances? ¿Consentimos un mundo sin la genialidad de estos hombres? Creo que a todos se nos viene una palabra clara a la mente: No.
            »Y es por eso, porque el ser humano teme soñar y liberarse de las opresoras cadenas de la tradición y de las normas por lo que no somos capaces de avanzar. Se tacha de locura a todo lo que se sale de lo convencional. A todo lo que dé una luz para el progreso de la raza humana, en igualarnos y darnos a todos las mismas oportunidades sin distinción de sexo, religión o creencias. Por estas cosas, somos solamente los más listos de nuestro planeta. Pero pensar, abrir los ojos más allá de vuestras cuadriculadas mentes. ¿Y si hubiéramos sabido seguir adelante? ¿Y si las convicciones éticas, morales y monetarias no hubieran frenado nuestro avance?
            »Atreveos a soñar. No os quedéis estancados en lo que el momento, el ahora, y las pocas miras de la sociedad os obligan a aceptar. Pensad, reíd, llorad, amad, dudad, arriesgad, ganad, perded, conquistad; en definitiva, vivir la vida tan escasa que tenemos por delante. Vivirla sin desperdiciar los valiosos momentos que tenemos. Vividla sin ataduras, sin alienaciones sociales que os impidan expresaros. Decid a la mujer que amáis cuanto la queréis. Dibujad aquello que tantas vueltas os da en la mente. Componed aquellas sonatas que parecen tan utópicas. No os estanquéis. Volad. Ser felices. Porque podéis conseguir todo lo que os propongáis. Porque a veces, los sueños se hacen realidad.
            Tras un breve momento silencio, la sala abarrotada de gente comenzó a proferir un murmullo, que fue aumentando rápidamente. Un par de duros golpes de madera contra madera suavizaron, calmaron la situación y pusieron orden. El sujeto que había hablado, profirió una amplia sonrisa al ver el alboroto que había causado ante su público pero una voz autoritaria le sacó de su ensimismamiento.
            —¡Silencio! Silencio. ¿Cómo se atreve a evadir una pregunta tan directa? Conteste de una vez a la pregunta que el letrado: ¿Por qué planificó y colocó la bomba en aquel vehículo público? ¿Es usted consciente de que se llevó en su demencia a más de cincuenta almas inocentes, entre ellas menores de edad?­
            El hombre volvió a sonreír ampliamente, girándose para mirar directamente al juez que instruía aquel amargo caso. Lo miraba a los ojos, compadeciéndose de su ignorancia. Despegó sus labios, para exhalar una suave respuesta con el fin de que pudiera comprender su punto de vista de una vez por todas.

            —Hay veces que un gran cambio, exige grandes sacrificios.

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