viernes, mayo 29, 2009

El comienzo del baile

Aquí estoy, de nuevo en otra de estas aburridas y estiradas fiestas de disfraces que suelen celebrarse aquí en esta ciudad Italiana. Otra vez más rodeado de estúpidos comerciantes que sueñan con tener algo que el dinero jamás les dará: un poco de clase; rodeado de todos los nobles de la ciudad que piensan que son el paradigma del ser humano. Yo me río de todos ellos. Todos y cada uno de ellos. Y además están tan ciegos por su ambición que no se dan cuenta de lo que pasa, de cómo me río de todos y cada uno de ellos. ¿Acaso son tan ignorantes de no ver las mofas detrás de mi mascara de baile? Puede ser, y eso que siempre llevo puesta la misma, un antifaz morado recuerdo de mi abuelo el feriante, que en paz descanse. Siempre voy con la misma ropa de gala, un jubón negro, con unos pantalones a juegos. Mis zapatos morados, a juego con mi antifaz. Luego la camisa, roja con cuadros negros, tiene la peculiaridad de no ser tan abombada como la que llevan en toda Europa. Si a esto le añadimos un sombrero de punta, con tres elegantes plumas, y un broche en árabe cuya inscripción dice textualmente “hijo de lo bello”, no me resulta nada sorprendente que los invitados a estas fiestas me reconozcan a la primera. Y claro, otra vez con “O Jaqu´hen, tócanos algo. Deléitanos con tu arte” o todas esas frases de cortesía que no vienen sino a decirme que trabaje gratis… por la reina de Inglaterra que me ponen enfermo.

Y me pregunto, ¿cómo me habré podido engañar otra vez para acabar en un sitio como este? Parece ser que no tengo mejores cosas que hacer, ni poemas que componer, ni sonetos que tocar… Pero siempre me dejo llevar por la promesa de encontrar una hermosa señorita necesitada de mis otras artes. Me dejo embriagar por los perfumes tan exóticos de la alta nobleza, de sus finas y cuidadas curvas. Olvido todo esta parafernalia de las máscaras y los disfraces ante la llamada de unos ojos hermosos y profundos suplicando que me acerque algo más a ellos, suplicando que encienda la llama oculta tras una sutil máscara. Me hace gracia pensar que algunos de esos bonitos ojos tienen marido e hijos. Me río disimuladamente ante la idea de tener que volver a cambiar forzosamente de ciudad porque se descubre que uno de los chiquillos del alto cargo de turno es en verdad un pequeño y adorable bastardo, fruto de un amor más sincero y efímero que el compromiso de una vida eterna.

Cojo una copa y bebo un sorbo de algo que parece ser vino. Bueno, me servirá por lo menos para cambiar de sabor por lo menos hasta que se acabe de hacer de noche. Sigo caminando distraído, envuelto en mis pensamientos. Aún falta mucha gente de venir. No es la primera vez que acudo a un baile en esta ciudad tan misteriosa. Cierro los ojos y me dejo llevar por la música de la orquesta de cámara. Ahora tocan una pieza cuidada y delicada. Cada nota baila a mí alrededor y cada cambio en el ritmo de la dulce melodía me hace moverme un poco más lejos de mi sitio original. Deben de estar reservando lo mejor para el final, lo noto en el aire.

Abro los ojos. Juraría que me han llamado. ¿Tan pronto me han reconocido esta vez? Lo tomaré como un presagio de mi buena fama por esta noble ciudad. Miro el sitio de donde procedió la voz. Un grupo de tres señoritas me hace un gesto amable con un pañuelo. Bebo otro sorbo de mi copa y pongo mi mejor sonrisa. La noche acaba de empezar para mi.

3 comentarios:

  1. Pffff Fantaaasma! xD29 de mayo de 2009, 23:35

    Vaaaalss!!!
    xDD


    Wachii~

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  2. me gustaaaaaaaaaaaaaa
    promete

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  3. Bijinga llega al sitio pactado con un sirviente de Palacio... éste nervioso por la tardanza la conduce por el jardín en silencio absoluto... ella se va empapando de delicados y suaves aromas florales que embriagan sus sentidos.... entra con disimulo por una discreta puerta y se une a la fiesta como una más.... entre el colorido dispar de los disfraces pasa desapercibida.... esconderse trás el antifaz negro le da más seguridad....
    Le fascina la dulce música.... llama su atención percibir el resplandor de un brillante broche engarzado el un sombrero de puntas.... que se dirige raudo a la invitación provocadora de unas damas....

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