Y una noche más estoy despierto, viendo las horas pasar,
sin dejar a la mente reposar, viajando desde el infinito al más allá. Y es que
la mente tiene la capacidad asombrosa de transportarnos a realidades increíbles,
viajar en el tiempo o el espacio, de imaginarnos algo que jamás pasará o
situaciones que se dieron y no se repetirán.
Puede ser una bendición o una trampa mortal. Prefiero no
entrar a valorar. Pero en estos días que nos ha tocado vivir confieso que es un
mal más a derrotar.
Para los que me conozcáis un poco más íntimamente, ya
sabréis que llevo unos meses difíciles en mi vida. Mi forma de afrontarlos puede
que no haya sido la mejor pero aún es pronto para valorar esa cuestión. Creo
que pocas veces me he visto tan cercano a la derrota, tan cerca de sucumbir a
esa parte nuestra que nos conduce a la autodestrucción. Es algo que por las
circunstancias en las que estamos, creo que nos acabará pasando a todos tarde o
temprano. Al no haber una vía de escape, al final nos vemos arrinconados contra
nosotros mismo. Y a veces, en nuestro interior, guardamos cosas que no queremos
no podemos llegar a ver.
En mi caso, me persiguen fantasmas del pasado, monstruos
más aterradores que los que guardamos en el armario o debajo de la cama,
sombras de un futuro incierto y perturbador. Por suerte para mí, no es la
primera ni será la última noche que tengo que lidiar con ellos. Como los
grandes rivales de la ficción, llega un punto que de tanto luchar contra tu
enemigo, acabas cogiéndole cariño, acabas reconociéndolo como algo familiar,
peligrosamente cotidiano, que hace que, aunque te joda, su presencia sea
aceptada de forma pasiva.
Un gran ejemplo de ello es Batman y el Joker. Dos sociópatas
destinados a complementarse para dar sentido a su frágil existencia. Ya lo
decía Nietzsche, si miramos mucho tiempo a un abismo… Y en mi opinión, el mayor
abismo esta dentro de nosotros. Siempre.
Pero no os preocupéis. No hay que tenerle miedo, si no
llegar a aceptar esas partes de nosotros mismos que nos asustan. Saber que
están ahí, hará más fácil ignorarlas cuando nos digan que no somos lo
suficientemente buenos, cuando nos intenten engañar que no seremos capaces de
logarlo. Hay datos en los que podemos apoyarnos como aliados para nuestra lucha
particular. Y es que seguimos en píe, luchando, una noche más. Eso evidencia
que es una lucha que no nos ganarán. Qué por mucho que nos encierren, nos
enjaulen o nos digan que todo irá mal, seguiremos luchando un día más.
Porque somos lo más valioso que tenemos y muchas veces ni
nos damos cuenta de ello. Porque somos viejos luchadores que han mantenido una
guardia eterna contra el abismo. Porque no hay cuarentena que nos retenga
nuestras ganas de volar. Porque somos tan libres como nuestra imaginación pueda
imaginar.
Y
una noche más, aunque siga despierto sin el sueño poder conciliar, se que nada
ni nadie me conseguirá ganar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario